En la aldea
21 diciembre 2024

La revolución enseña a matar

El “doble tap” del FAES

Las FAES utilizan el llamado método de disparo “doble tap”, previamente colocan a la víctima frente al tirador, a veces conversan con esta de modo que se coloque de frente a su interlocutor (…) De esta forma aseguran lesionar algún órgano vital y que sobrevenga la muerte en pocos minutos. Esta dinámica de disparos se encuentra presente en los recientes operativos adelantados en Petare en búsqueda de un delincuente conocido como Wilexis; son 13 muertos, pero 26 disparos casi idénticos, todo un desafío a las estadísticas.

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Zair Mundaray | 21 mayo 2020

Walter Rauff, es un nombre que quizás a la gran mayoría no les sugiere nada, sin embargo su dantesco legado, es digno de ser recordado por siempre. Rauff, en algún momento de la Segunda Guerra Mundial, ocupó el rimbombante cargo de jefe del departamento técnico de las SS en la Alemania Nazi, y se le conoce por haber creado y perfeccionado la “cámara de gas”.

El problema desde la perspectiva nazi era esencialmente económico. Asesinar personas sometidas a trabajo esclavo en los campos de concentración, requería una o dos balas mediante fusilamiento, eso implicaba el uso de millones de municiones necesarias para el combate. Es ahí cuando la mente retorcida de Rauff propuso un sistema “eficiente” en el que se podía asesinar masivamente, invento del que según dicen se sentía muy orgulloso. El resto es historia.

El asesinato es uno de los signos distintivos del totalitarismo, los regímenes más violentos y primitivos se caracterizan por considerar al disidente como enemigo. Ser enemigo te conduce indefectiblemente a la cárcel o a la muerte. En la Venezuela revolucionaria de los últimos 21 años, la muerte violenta se ha convertido en un hecho cotidiano, en una realidad con la que convive a diario la población. La muerte viene de todos los flancos, de parte de la criminalidad sin control que ha crecido y se ha armado bajo la protección del chavismo, como también de los mismos organismos de “seguridad” y sus aliados, los colectivos, que ejecutan asesinatos selectivos con motivación eminentemente política. En medio de esta dinámica, está el ciudadano común, indefenso, sin tener a quien recurrir frente a tales niveles de violencia.

“Expertos criminalistas de la Fiscalía empezaron a determinar patrones, que de forma inequívoca apuntaban a las ejecuciones extrajudiciales”

El asesinato de parte de los cuerpos de seguridad, nunca fue una actividad tan generalizada como lo es hoy en día. Las FAES a la cabeza, encarnan lo que constituye una verdadera política de exterminio en nuestro país, sólo en 2019, este cuerpo ejecutó a 1.231 personas, y es tal su letalidad, que el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, exigió su disolución, lo que generó mayor apoyo de Maduro quien permanentemente celebra sus hazañas genocidas.

Pero matar tiene una curva de aprendizaje, al principio de la revolución, los asesinatos eran menos planificados; las fuerzas policiales y militares dejaban tantas evidencias que era relativamente fácil determinar la verdad de los hechos. Casos como los de Kennedy, o El Valle, por mencionar algunos, eran cometidos con tal torpeza, que los investigadores, criminalistas y forenses podían establecer la ausencia de la llamada “resistencia a la autoridad” como excusa de justificación, y determinar con certeza el homicidio y sus circunstancias.

Hasta que llegó la OLP

La llamada Operación para la Liberación del Pueblo (OLP), fue un verdadero campo de aprendizaje para muchos funcionarios, se les enseñó a matar de forma rápida, masiva y con total apoyo gubernamental. Para empezar, se ordenó que en estos operativos participaran todos los organismos de seguridad, esto tenía como objetivo crear una situación de camaradería o complicidad frente a los asesinatos, ya que al estar todos presentes, se era parte de una operación, y por un mal interpretado código de honor policial, no podían delatar. Tal vez lo más nefasto para los Derechos Humanos, era la presencia en estos operativos de funcionarios del Cicpc, así, los llamados a la investigación científica pasaron a ser parte de las matanzas.

“No hay tales enfrentamientos policiales, nunca hay un funcionario del FAES lesionado o muerto en el contexto de los operativos, la actuación es alevosa”

Sin embargo, expertos criminalistas de la Fiscalía empezaron a determinar patrones, que de forma inequívoca apuntaban a las ejecuciones extrajudiciales. Se tomaron al azar cien muertes producidas en el contexto de las OLP, y se constató que en más del 80% las víctimas presentaban disparos que marcaban trayectorias lineales, generalmente entre uno y tres orificios a nivel del tórax. Era como si el cuerpo estuviese inmóvil, totalmente de frente al tirador al momento de recibir los disparos.

En un enfrentamiento armado real, los contendores están en plena movilidad, disparan e intentan a la vez cubrirse para no ser impactados, por eso las heridas muestran esa dinámica, las hay por todo el cuerpo, extremidades, cabeza, muchas en sedal (el proyectil pasa entre la piel y el plano muscular), incluso algunas de ellas no son mortales por sí mismas, manos, piernas, orejas, pómulos, algunas de rebote (golpean  otra superficie, pared, asfalto, etc., antes de impactar a la víctima), pero nada de esto estaba presente. Otra característica notable era la ausencia de heridos durante los procedimientos, todos resultaban muertos, y en las escenas, armas con las que nadie en su sano juicio se hubiese atrevido a enfrentar a la fuerza pública, escopetines de un solo disparo, revólveres precarios, oxidados, mecanismos dañados, todo apunta a la siembra de evidencias en el sitio del suceso.

Los más aventajados alumnos en el oficio de matar, son sin duda las FAES, lo hacen de forma natural, parecen incluso disfrutarlo, pero van marcando un patrón que los delata en cada actuación. Utilizan el llamado método de disparo “doble tap”, previamente colocan a la víctima frente al tirador, a veces conversan con esta de modo que se coloque de frente a su interlocutor, en otras ocasiones los tomas de los brazos un funcionario de cada lado, y es ahí cuando el asesino les dispara en al menos dos oportunidades de forma seguida y muy rápida en la parte superior del tórax. De esta forma aseguran lesionar algún órgano vital y que sobrevenga la muerte en pocos minutos. Esto desvela que no hay tales enfrentamientos policiales, nunca hay un funcionario del FAES lesionado o muerto en el contexto de los operativos, la actuación es alevosa. Esta dinámica de disparos se encuentra presente en los recientes operativos adelantados en Petare en búsqueda de un delincuente conocido como Wilexis; son 13 muertos, pero 26 disparos casi idénticos, todo un desafío a las estadísticas.

Son cientos los funcionarios al servicio de la dictadura que se han especializado en asesinar a sangre fría, no se han expuesto en acciones heroicas contra criminales, es sólo apretar el gatillo frente a personas indefensas, no hay una épica detrás, son simplemente criminales que deberán responder frente a la Ley por sus actos, pero que también habrá que rehabilitar para que puedan ser útiles a la sociedad algún día.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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