Entre los años 1999, cuando llegó Hugo Chávez al poder, y 2018 habían fallecido 7.270 personas en las cárceles venezolanas, según datos del Observatorio Venezolano de Prisiones, que calcula, para el mismo período, unos 17.625 heridos. A esa suma deben agregarse los muertos de 2019, cuando a la violencia se añadieron numerosos decesos por desnutrición y tuberculosis; y los de 2020, que acaban de registrar un pico con los asesinatos de ¿47?, ¿50? (no sabemos, porque no hay cifras oficiales) presos del Centro Penitenciario de Los Llanos, en Guanare, estado Portuguesa. Basta consignar que durante la gestión de Iris Varela, encargada de Asuntos Penitenciarios, nombrada por Chávez en 2011 y ratificada por Nicolás Maduro, han ocurrido seis masacres en las cárceles venezolanas y sus muertos se cuentan por miles.
-En las cárceles venezolanas matan a los reclusos no solamente con disparos -dice la diputada por Portuguesa, María Beatriz Martínez-. Diariamente matan de hambre y de falta de atención sanitaria. Los muertos en Guanare protestaban porque no tienen comida y porque hay desigualdades extremas entre un grupo que tiene privilegios y otro, la mayoría, sometido a las peores vejaciones, a muy graves violaciones de losDerechos Humanos.
Martínez es abogada con especialización en Derecho Administrativo. Profesora universitaria de pre y posgrado, ex procuradora general del estado Portuguesa, defensora de los Derechos Humanos civiles y políticos. En 2014 se unió a las filas de Primero Justicia (PJ). Fue candidata a la gobernación de Portuguesa, en las elecciones del 15 de octubre 2017, por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Es diputada a la Asamblea Nacional por su estado Portuguesa para el periodo 2016-2021.
-El Centro Penitenciario de Los Llanos, también conocido como Cepella, -explica la diputada Martínez- está ubicado en las afueras de Guanare, en las inmediaciones de la carretera nacional, la Troncal 5 vía Barinas, antes del puente Nuestra Señora de Coromoto, sobre el río Guanare. Fue construida pensando en la educación agrícola que necesita el estado. Entiendo que fue diseñada como una colonia agrícola para que los reclusos hicieran labores del campo, lo cual fue totalmente desvirtuado y tempranamente abandonado. Nunca se hizo lo planificado. En la actualidad, el penal está prácticamente dentro del propio Guanare, rodeado de barrios. Es una cárcel construida para 750 reclusos y hoy la población penal se acerca a los 3.000 presos; por lo tanto, el hacinamiento es terrible.
-¿Qué tipo de reclusos hay allí en el Centro Penitenciario de Los Llanos?
-Son presos de mediana a alta peligrosidad. Pero el punto es que están siendo violentados en sus Derechos Humanos. El objetivo principal de un sistema de Régimen Penitenciario es lograr la transformación del recluso, con independencia del delito que haya cometido y que, cuando cumpla la pena, pueda reinsertarse en la sociedad. Pero lo que están viviendo los privados de libertad en Venezuela es una situación de iniquidad. En el Cepella hay presos que ni siquiera han tenido el derecho a un debido proceso. La madre de unos de los asesinados en la masacre del 1º de mayo me dijo que su hijo tenía 4 años preso ahí y que no había sido procesado. Es decir, fue condenado a muerte sin haber tenido una sentencia. Lamentablemente, ese no es un caso aislado. Al contrario, es un caso que se repite.
Si esto fuera poco, en el Cepella hay un sistema de castas entre los presos. Hay reclusos que son auténticos parias y son víctimas de maltratos difíciles de creer. Los llaman los “manchados” y son hombres que no tienen ningún tipo de derecho en la estructura de pranato que domina en las cárceles venezolanas; donde el pran, como se le dice al líder negativo, controla el manejo de la cárcel. Si no le pagan al pran, los reclusos no tienen derecho a tener celda, a ocupar un espacio, a ser trasladado para un procedimiento. Los presos están totalmente subyugados al poder de ese pran. Y los “manchados”, que son los que no tienen ningún derecho en ese ámbito, están confinados al edificio administrativo del Cepella. Los presos de la masacre de Guanare eran “manchados”.
-¿Por qué circunstancias algún preso se convierte en “manchado”?
-Porque son los más pobres. Las cárceles reproducen, aumentadas, las injusticias del país. Los “manchados” no tienen protección, no tienen armamento (lo que implica que los otros, los privilegiados, sí lo tienen). Tan flagrante es esta degradación de los presos, con conocimiento de las autoridades, por decir lo menos, que en las actas militares de la masacre se hace mención a los “manchados”. Estamos hablando, pues, de personas a quienes se les ha negado la dignidad humana. El hecho de que estén allí por haber cometido un delito no justifica que se les someta a semejantes condiciones de vida o se les asesine a mansalva, como ocurrió el 1º de mayo en Guanare.
-¿Por qué “manchados”?, ¿cuál es la “mancha”?
-La “mancha” se la hace el pran a quien quiere castigar. La esposa de uno de los “manchados” asesinados me explicó que, al no tener el dinero para pagarle la vacuna “al patrón” (al pran) o aún habiéndole pagado, fallan en una cuota, el preso es castigado: El pran lo “mancha”, disparándole en el pie para marcarlo. Una vez que les disparan, los dejan a la intemperie, por lo general, al lado de la basura, para que sobrevivan solos, sin atención ni ningún tipo de ayuda. Imagínese las infecciones que sobrevienen con esas heridas. Una vez que logren superar esa barbaridad, entonces están destinados al edificio administrativo. Insisto, estos “manchados” son los que fueron masacrados el 1º de mayo.
-¿Qué dicen los familiares que pasó ese día?
-De los testimonios que hemos recabado, ese día, desde las 10 de la mañana, se encontraba un grupo de familiares en las afueras del penal, tratando de introducir alimentos. Al mediodía advirtieron “un alboroto”. Había una situación irregular: Había una protesta en “la tela”, especie de valla que divide a la población penal del comando castrense del Cepella. Estaban protestando porque no les entregaban la comida que sus familiares les llevaban. Los guardias se la roban. Prueba de que esto tiene muchos indicios de ser verdad es el estado en que se encontraban los cuerpos de los presos asesinados, no más que piel y huesos.
Allí, en “la tela”, donde se estaba produciendo la protesta, se encontraban el Director de la cárcel y el primer teniente de la compañía que está allí. Estaban negociando con los presos y con el pran. Como hasta este momento no hay un pronunciamiento oficial de cuál era el tenor de esas conversaciones, solo tenemos la versión de los familiares, quienes insisten en que los presos estaban reclamando por alimentos y que, aparentemente, el pran también reclamando una situación que lo involucra a él y a sus intereses.
Ahí ocurrió un evento: La protesta se convirtió en revuelta y el director sufrió una herida punzo penetrante en la espalda y en la región occipital, que no fue de gravedad. Lo llevaron a una clínica privada y al poco tiempo regresó al penal. Los familiares dicen que afuera estaba el general de división Gherson Chacón Paz, de las autoridades más importantes que están en el Destacamento 31, aquí en Guanare. Se trataba, pues, de una situación de reclamo, conocida por el director de la cárcel y por el representante militar, que entonces adquiere la mayor autoridad.
En un momento, rompieron “la tela” y pasan hacia la fosa. Inmediatamente, fueron repelidos por la fuerza militar, comandada por Chacón Paz. En esa primera arremetida mataron a 16 presos; y en las dos siguientes, la cifra de víctimas mortales llegó a casi 50 reclusos, aunque tampoco sabemos con exactitud cuántos fueron los asesinados. Todo esto es lo que refieren los familiares a quienes hemos entrevistado. Al no haber un listado oficial, no hay manera de cruzar la información.
-¿Qué pasó después?
-Piense usted que los familiares oyeron los disparos, los gritos, el tumulto. Muchos estaban allí cuando asesinaron a su ser querido. Después de los fusilamientos, mientras el régimen trataba de confundir a la opinión pública diciendo que la masacre de Guanare había tenido su origen en un motín para fugarse, los familiares estaban a las puertas de la morgue, esperando a que les entregaran sus muertos. Más de 24 horas los tuvieron allí, sin darles información ni dejarles ver los cadáveres. Solo les mostraban fotos de las caras, para que los identificaran. Ellos no saben en qué condiciones tenían los cuerpos allí. Lo sabrían después, cuando les entregaron cadáveres en avanzado estado de descomposición. Todo indica que las autoridades procuraron, desde el primero momento, un entierro en fosas comunes, porque no había razones para retardar la entrega hasta las 11 de la noche del 2 de mayo. Y eso a cuentagotas. Y sin acta de defunción, donde constarían los resultados de la autopsia de ley. Según me dijo el padre de una de las víctimas, les dieron “un papel” para que lo llevaran al cementerio. Los familiares denunciaron que hubo una “tramoya” para esconder lo que en realidad pasó.
-Entiendo que el suplicio no terminó con la entrega de los cadáveres.
-No. Los familiares dicen que, luego de que por fin les entregaron los cuerpos, los obligaron a regresar al penal para que allá firmaran un documento para que les entregaran el “regalo” que les estaba mandando “el presidente Nicolás Maduro”, que consistía en una urna y una parcela en el cementerio. Esto era informado por el general Chacón Paz con un megáfono, en el Cepella. Por cierto, este general está acostumbrado a andar con un megáfono en las bombas de gasolina que controla. Lo mismo hizo en la cárcel, voceando el regalo que les tenía Maduro a los familiares de los asesinados.
-Y el gobernador de Portuguesa, a todas estas, ¿qué ha dicho?
–Rafael Calles, gobernador del estado Portuguesa, es el principal cómplice de Maduro en la entidad. Nada, no dijo nada. Cuando habló el lunes, solo fue para quejarse del pronunciamiento sobre la masacre de Guanare, de la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, a quien tildó de tarifada.