De la angustia por aislarnos al deseo de volver a las calles. En ese vaivén de pensamientos pasan los días en una cuarentena que, en España, aún no llega a los 40 días.
Aquí comenzamos la sexta semana con la misión de incorporar en nuestra nueva normalidad ese concepto que muchos repiten jocosamente: “Distancia social”. Alejarnos de las calles y construir un nuevo diarismo en cautiverio se ha convertido en un propósito de Año Nuevo, aunque jamás imaginamos esta realidad cuando sonaban las campanadas de la Noche Vieja. “Yo no me comí una uva por esto, pero aquí estamos en el 20-20, más firmes que una dieta en la segunda semana de enero”.
Los balcones que antes cerrábamos para restringir el acceso de los vecinos a nuestra intimidad se han convertido en las nuevas vitrinas para exhibir nuestra vida cuando el sol de primavera nos acompaña. Sin darnos cuenta, el mundo en esta cuarentena hizo suya una característica propia de los pisos en Ámsterdam: Preparar todo para mostrar la vida que hay en el interior sus casas a través de los grandes ventanales, que permiten a los turistas y locales contemplar lo que ocurre en esos modernos salones de diseño que dan un toque encantador a una de las ciudades más liberales del mundo.
Todas las noches, a las 20:00hs los balcones, las terrazas, las ventanas de más de 25 millones de viviendas que hay en toda España cambian de escenario, casi con la misma rapidez con la que cambian a diario los escenarios de la majestuosa sala principal de la Ópera Estatal de Viena antes de cada presentación, y se convierten en la tribuna perfecta para el “Aplauso Sanitario”.
Los vecinos se saludan y se despiden a coro con la frase “buenas noches vecinos, hasta mañana vecinos”, ondean pañuelos, agitan banderas y hasta grandes toallas de playa para agradecer el trabajo de los profesionales de la salud que han atendido a los más de 200 mil contagiados que se han registrado hasta el momento en este país. La gente agita las manos con alegría, haciendo catarsis como señal de supervivencia: Hemos superado un día más, falta un día menos para que 5 millones de personas volvamos a las calles.
Volveremos a contemplar las obras Gaudí en Paseo de Gracia; disfrutaremos del atardecer desde las Fuentes de Montjuic; apreciaremos nuevamente el encendido de las luces del Tibidabo; tomaremos el sol en alguna cala escondida en la Costa Brava, y disfrutaremos de un buen vino y unas patatas bravas con olivas en cualquier terraza. Ojalá que siendo distintos, siendo mejores.
Hoy muchos luchan por sus vidas en los hospitales, las residencias de mayores viven horas oscuras, el personal sanitario lo da todo para combatir esta pandemia, mientras que los que estamos en casa sanos y a salvo aprovechamos este parón del mundo como una oportunidad para acercarnos a la familia, a los amigos de toda la vida y retomar esos proyectos que habían quedado estacionados. España no se ha detenido, se reinventa para adaptarse a una crisis sanitaria que tardará meses en acabar y afrontar la grave situación económica que vendrá.