En la aldea
21 diciembre 2024

Y entonces el Béisbol se volvió grande

En 1903 la fuerza de la Americana era indiscutible, lo que llevó a la Nacional a reconocer su estatus de Major. El resultado fue la firma del histórico acuerdo con el que nació la Major League Baseball, la misma que, con algunas adaptaciones y luego de superar varios momentos de apremio, hoy podemos disfrutar. Muchos siguen considerando a Cincinnati como la sede de la inauguración oficial del torneo, aunque la primera bola ya no se lanza en esa ciudad desde hace muchos años.

Lee y comparte

El 19 de junio de 1846, nueve meses después de haber escrito las 20 reglas que sentaron las bases del Béisbol moderno, los New York Knickerbocker organizaron el primer partido oficial bajo el nuevo formato. El encuentro se jugó en el lugar de práctica del equipo, los Elysian fields, en Hoboken, New Jersey; en la otra orilla del río Hudson. El rival fue el club New York Nine, que no eran más que antiguos Knickerbocker que meses atrás habían decidido separarse para practicar en algún espacio más cercano a sus residencias. El encuentro duró cuatro innings en los que los Knickerbocker cayeron derrotados 23 por 1. Es fácil imaginar el golpe al orgullo de los anfitriones.

El número de entusiastas que adoptaban las “reglas de Nueva York” empezó a crecer. Los Elysian fields se llenaron de hombres que cada fin de semana llegaban de Manhattan y Brooklyn para practicar Béisbol. Al poco tiempo, cualquier otra modalidad del juego del bate y la pelota había desaparecido del área.

Con los años los encuentros de Béisbol ganaron popularidad. Decenas de personas esperaban los fines de semana para ir a algún campo a ver a los jugadores batear y atrapar pelotas. Algunos equipos sintieron que era posible cobrar algo de dinero a los espectadores por el derecho a disfrutar los partidos. Las circunstancias empezaron a exigir entonces cierto grado de organización.

Así, en mayo de 1857, once años después del primer encuentro en Hoboken, diecisiete delegados de equipos de Nueva York y Brooklyn se reunieron para hacer la primera revisión documentada de las reglas escritas por los Knickerbroker. La experiencia fue exitosa y, el año siguiente, en mayo de 1858, los delegados se reunieron por segunda vez y acordaron conformar la National Association of Base Ball Players (NABBP) -Asociación Nacional de Jugadores de Béisbol-, convirtiéndose en el primer cuerpo colegiado de este deporte en la historia. A esta reunión asistieron 24 equipos de la ciudad de Nueva York y uno de Nueva Jersey, el primero ajeno a La Gran Manzana.

La Asociación redactó los primeros lineamientos que regulaban la práctica del Béisbol dentro y fuera del terreno de juego. Las normas establecidas hacían un énfasis particular en el comportamiento adecuado de los jugadores. Una serie de multas, como por ejemplo la imposición de seis centavos de dólar por proferir alguna mala palabra, eran parte del reglamento. Quizá fueron estos orígenes los que sentaron una especie de “huella genética” que explica algunos códigos de caballerosidad implícitos que han existido en la práctica del Béisbol a lo largo de la historia. Aunque resulten curiosos, quienes seguimos este deporte aceptamos tales códigos como si hubiesen sido escritos en el cielo, como por ejemplo aquello de que, al conectar el batazo más excitante de la disciplina -el jonrón– el jugador deba bajar la cabeza, tragarse la emoción y recorrer las bases como si hubiese cometido un acto del cual sentirse avergonzado.

“¿Por qué no imaginar al General Páez sentado junto a su hijo, Ramón Páez Ricaurte, en un banco de madera del Union Grounds de Brooklyn -primer terreno deportivo cerrado de los Estados Unidos- ligando un hit de los New York Mutuals mientras estos enfrentaban a los Boston Red Stockings?”

Para la convención de marzo de 1860, el número de equipos afiliados a la Asociación superaba los 80, incluyendo uno de la ciudad de Detroit, a mil trescientos once kilómetros de Nueva York (un poco menos de la distancia que separa a Maracaibo de Tucupita).

Un año después, en 1861, estalló la Guerra de Secesión. Este hecho, paradójicamente, resultó un catalizador para la diseminación del Béisbol por el territorio estadounidense. Los jugadores que formaban parte de las tropas de Abraham Lincoln enseñaron el juego a sus compañeros de armas, y su práctica se convirtió en un medio de distracción mientras avanzaban por todo el territorio. Al finalizar la Guerra en 1867, el número de afiliados de la Asociación de Jugadores se disparó. En menos de dos años la cifra superaba los 200 equipos, cantidad que en 1869 llegó al millar de clubes de diferentes ciudades de la Unión.

En la convención de diciembre de 1869, la Asociación decidió formalizar una práctica que, a pesar de estar prohibida en sus reglamentos, tenía años sucediendo: La remuneración de jugadores. Hasta ese momento era común que los equipos ofrecieran a atletas destacados empleos simbólicos en empresas patrocinantes, para así asegurarles un sueldo por jugar. Otros acordaban como pago un porcentaje del dinero que reunían de la venta de entradas. Tan pronto la Asociación reglamentó la remuneración por jugar Béisbol, un equipo de la ciudad de Cincinnati, llamado los Red Stockings, conformó una plantilla entera de jugadores asalariados que quedó registrada como el primer club deportivo profesional de los Estados Unidos de América. Como una manera de honrar este hito, las Grandes Ligas celebraron durante años el primer juego de cada temporada en Cincinnati. Aún hoy, cuando la primera bola ya no se lanza en esta ciudad, muchos la siguen considerando la sede de la inauguración oficial del torneo.

Pronto otros equipos siguieron el ejemplo de los Red Stockings. En 1871, año en el que el General José Antonio Páez regresó por última vez a Nueva York, peloteros de 23 clubes profesionales decidieron separarse de la Asociación original y fundar una nueva, a la que llamaron National Association of Professional Base Ball Players (NAPBBP). Este hecho dejó a la Asociación original debilitada, y condujo a su desaparición.

Cinco años duró la nueva asociación profesional. ¿Por qué no imaginar al General Páez sentado junto a su hijo, Ramón Páez Ricaurte, en un banco de madera del Union Grounds de Brooklyn -primer terreno deportivo cerrado de los Estados Unidos- ligando un hit de los New York Mutuals mientras estos enfrentaban a los Boston Red Stockings?

Páez murió en Nueva York en mayo de 1873. La primera liga de béisbol profesional se evaporó dos años después. Problemas en la administración y otros relacionados con el desnivel económico entre los diferentes equipos -23 era un número elevado para la época-, la acabaron.

El Béisbol no estaría mucho tiempo sin algún tipo de organización. El 2 de febrero de 1876, un hombre de negocios de Chicago, William Hulbert, fundó la National League of Professional Baseball Clubs (Liga Nacional de Clubes de Béisbol Profesionales), que hoy llamamos de manera simple Liga Nacional o “viejo circuito”. El nombre de esta liga no llevaba la palabra “Players” sino “Clubs”. Este cambio resultó significativo porque marcó el inicio de la concepción del Béisbolcomo negocio, poniendo en el centro de la acción a los clubes como empresas. Esta visión supuso una barrera relacionada con las condiciones que un equipo debía tener para funcionar bajo la nueva dinámica. Como resultado, la nueva Liga arrancó con solo ocho divisas, de las cuales tres aún sobreviven: Chicago White Stockings (hoy Chicago Cubs), Boston Red Stockings (hoy Atlanta Braves) y Cincinnati Red Stockings (hoy Cincinnati Reds). Este último era un nuevo equipo que adoptó el nombre de los primeros Red Stockings, que habían desaparecido en 1870.

Sin embargo, el nuevo enfoque produjo también desmejoras en las condiciones económicas de los jugadores. Esto llevó a algunos equipos a separarse de la liga y conformar, junto a otros clubes que iban apareciendo, organizaciones que pasaron a competir con la Nacional. Una de las más importantes fue la American Association (AA), fundada en 1882.

Estructurada para atraer a fanáticos de la clase obrera, la AA ofrecía entradas más económicas y permitía la venta de alcohol durante los encuentros, cosa que la Liga Nacional prohibía. La relevancia de la AA llegó a ser tal, que entre 1884 y 1891 se realizaron encuentros anuales para definir el campeón absoluto entre los monarcas de cada liga. Esto fue el preludio de lo que años después sería conocido como la Serie Mundial.

No obstante, con el tiempo algunos equipos y jugadores de la AA empezaron a regresar a la Nacional, que poco a poco había mejorado las condiciones contractuales. Esto puso en aprietos a la AA, que en 1891 pactó una especie de fusión con el viejo circuito. Cuatro de sus equipos, Baltimore Orioles, Louisville Colonels, St. Louis Brown Stockings (hoy St. Louis Cardinals) y Washington Senators pasaron a formar parte de la Liga Nacional, uniéndose a otros cuatro que ya habían cambiado de liga años antes: Cincinnati Red Stockings (hoy Cincinnati Reds); Pittsburgh Alleghenys (hoy Pittsburgh Pirates); Brooklyn Greys (hoy Los Angeles Dodgers), y los Cleveland Spiders. Con la desaparición de la AA la guerra de las ligas cesó, quedando la Nacional como la única Major League de la Unión. Al menos por un tiempo.

En 1893 se refundó una liga menor en el oeste del país, la Western League (WL), que había iniciado operaciones en 1885. Como primer paso para competir con la Nacional; en 1900 la WL cambió su nombre por American League of Professional Baseball Clubs y, en 1901, reclamó el estatus de Major League. Así comenzaron tres años de disputa en los que la Liga Americana mudó equipos hacia el este del país, dominio de su rival, y emprendió una cruzada agresiva para captar jugadores del viejo circuito. En 1903 la fuerza de la Americana era indiscutible, lo que llevó a la Nacional a reconocer su estatus de Major. El resultado fue la firma del histórico acuerdo con el que nació la Major League Baseball, la misma que, con algunas adaptaciones y luego de superar varios momentos de apremio, hoy podemos disfrutar. Así fue como el Béisbol se volvió Grande.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión