“La libertad no está a más de una generación de extinguirse. No se la transmitimos a nuestros hijos a través de la sangre. Debemos luchar, protegerla y entregársela a ellos para que hagan lo mismo”. Esta frase del fallecido presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, cobra especial relevancia en los actuales tiempos, en los que la pandemia del Covid-19 le ha ofrecido a determinados gobernantes la ocasión perfecta para golpear a los sistemas democráticos al sumarse a la ola de restricciones de derechos y libertades que recorren el globo, en un intento por frenar la propagación del coronavirus.
Así, por ejemplo este mismo mes el primer ministro húngaroVíktor Orbán, escudándose en la enfermedad, utilizó su mayoría en el Parlamento para que esa instancia le otorgara “poderes extraordinarios” por tiempo indefinido y sin control de ningún tipo. Nada más recibir sus nuevas prerrogativas el mandatario ultraconservador aprobó una ley que castiga con hasta 5 años de cárcel a quien difunda noticias “falsas” y cree “alarma” con el virus; pero además aprobó otro instrumento que suspende la celebración de cualquier elección mientras esta crisis persista; es decir, cuando Orbán lo considere.
En la vecina Polonia, por su parte, el Gobierno pretende celebrar elecciones presidenciales el próximo 10 de mayo, así sea por correo, algo que ha alarmado a la Unión Europea (UE), la cual lo considera como un intento del gobernante partido conservador Ley y Justicia de aferrarse al poder. Sin embargo, vista la reacción internacional en Varsovia ahora barajan aplazar los comicios por dos años y extender así el período del actual mandatario.
En Turquía, el régimen de Recep Tayyip Erdoğan no solo ha establecido toques de queda sino que ha hecho uso de otras prerrogativas para congelar las cuentas de alcaldes opositores que han criticado su gestión de la crisis y han intentado recabar fondos para enfrentar la situación.
Pero más cerca en América Latina, salvo México o Brasil, casi toda la región está bajo regímenes de emergencia, aunque un caso resaltante es el de Venezuela, porque allí están en vigor dos estados de excepción: El de Emergencia Económica vigente desde 2016 y uno de alarma recientemente prorrogado. La crisis sanitaria no ha impedido al régimen de Nicolás Maduro obstaculizar la labor de documentación de periodistas o simplemente detenerlos. La misma suerte han corrido colaboradores del presidente interino Juan Guaidó y las páginas web de algunas organizaciones de Derechos Humanos como Acceso a la Justicia han sido bloqueadas.
Para expertos como la especialista en marketing electoral Carmen Beatriz Fernández y el politólogo Kevin Casas, los ejemplos antes mencionados demuestran que el coronavirus no solo está poniendo en terapia intensiva a miles de personas sino también a los sistemas de libertades vigentes en muchas partes del orbe.
“El Covid-19 tiene una enorme capacidad de deteriorar nuestras democracias”, afirmó Fernández, quien agregó: “Cuando estás en una situación de vida o muerte como ciudadanía tienes gran necesidad de confiar en el conductor, en el timonel o quien está llevando el mando en la emergencia y a menos que éste sea manifiestamente ineficiente o irresponsable como (el mexicano Andrés Manuel) López Obrador o (el brasileño Jair) Bolsonaro tiendes a darle un voto de confianza y por ello puedes aceptar cosas que no aceptarías en otras circunstancias”.
En similares términos se pronunció Casas, quien apuntó: “Sería necio negar a los gobiernos la potestad de limitar las libertades -en forma temporal y bajo estricta supervisión de legisladores y jueces- durante una emergencia. Mi preocupación es que esto se convierta en la norma en regímenes democráticos, no solo porque los líderes autoritarios lo exijan sino porque una ciudadanía atemorizada lo consienta”.
Encuestas elaboradas en las últimas semanas revelan una mejora en la valoración de casi todos los gobernantes que han adoptado duras medidas de distanciamiento social, incluyendo a Donald Trump en Estados Unidos; Boris Johnson en Reino Unido; Alberto Fernández en Argentina, pero hasta el propio Maduro. La empresa Mitofsky de México señala que el 72% de los venezolanos consideran que el ocupante del Palacio de Miraflores tomó las medidas adecuadas, aunque la evaluación de su administración sigue siendo pobre.
China no es ejemplo a seguir
Días atrás la cadena alemana DW publicó un reportaje donde se preguntaba quién está mejor preparado para enfrentar estas crisis: Las democracias liberales occidentales o los regímenes totalitarios como el chino. La investigadora austríaca Tamara Ehs no dudó en responder que las democracias liberales, pese a que a primera vista la respuesta parecieran apuntar hacia la segunda opción, en virtud de que en estos sistemas todas las decisiones recaen en una persona.
“Quien alabe los rigurosos toques de queda en China, mirando el pico de la pandemia, no reconoce que los mismos no hubieran sido necesarios con el uso de la transparencia”, replicó la experta al recordar que el gigante asiático adoptó duras medidas porque allí no hay Estado de derecho, y tras negar en un principio la gravedad de la situación, e incluso encarcelando al médico que descubrió el nuevo virus.
Fernández, por su parte, alertó que “en momentos de extrema emergencia, de catástrofes como las que estamos viviendo evidentemente a los gobiernos les resulta mucho más fácil monopolizar la información y cuando lo haces las tentaciones autoritarias pueden emerger y pueden ser más graves”. La experta, quien ahora trabaja en la Universidad española de Navarra, puso como ejemplo lo ocurrido días atrás en el país ibérico, donde el Gobierno del socialista Pedro Sánchez quiso filtrar las preguntas de las ruedas de prensa sobre el coronavirus y sobre la gestión de la crisis.
Entretanto, el ex secretario general de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Santiago Cantón, en un reciente artículo, auguró que una de las secuelas más importantes de la pandemia será la lucha por la privacidad y la libertad, en especial si se materializa el uso masivo de las aplicaciones para teléfonos móviles que se preparan en muchos países y las cuales tienen por propósito monitorear el cumplimiento de las cuarentenas y detectar a posibles contagiados.
“Es indiscutible que en momentos de excepción como el que estamos viviendo, el uso de este tipo de tecnología es necesaria para salvar vidas humanas, pero ¿qué va a pasar después de Covid-19?, ¿si hoy Big Brother está usando nuestra información para protegernos, qué le va a impedir usarla mañana para perseguirnos? Ya se trate de gobiernos dictatoriales, autoritarios o democráticos, la tentación será irresistible”, alertó.
La vacuna
Los expertos consultados llamaron a los ciudadanos a rechazar cualquier intento por desmantelar o sacrificar la democracia. Así Casas abogó por reformarla y mejorarla. “El futuro de la democracia, particularmente en América Latina, depende de emprender reformas para facilitar la toma y ejecución de decisiones, la coordinación entre instituciones y el fortalecimiento de la gerencia pública. Depende, también, de acometer la perenne asignatura pendiente de la región: La creación de sistemas tributarios robustos y progresivos, combinados con reglas para preservar los balances fiscales. Y requiere, sobre todo, de detener la marea de corrupción que ahoga a nuestras instituciones políticas. Sin ello, no hay forma de generar la confianza ciudadana que define a los Estados eficaces y resulta indispensable en una crisis, como la que enfrentamos ahora”, apuntó.
Fernández, entretanto, abogó por generar anticuerpos contra los virus antidemocráticos. “Tenemos que inmunizarnos contra el coronavirus, pero también contra el autoritarismo y no hay mejor forma de hacerlo que ejercer ciudadanía”, dijo, al tiempo que puso como ejemplo lo ocurrido en España cuando el Gobierno trató de escoger las preguntas que los periodistas podrían hacer sobre la pandemia, pues lo que consiguió fue una revuelta de más de 300 profesionales de la comunicación, los cuales amenazaron con no acudir a las ruedas de prensa oficiales y ello obligó a las autoridades a dar marcha atrás.
Parece que todo se resume en el refrán que dice: “El que no cuida lo que tiene a pedir se queda”.