Desde hace casi un mes Geordelys Caballero reparte paquetes de Amazon con guantes y mascarilla por las calles de Milán, Italia. El 19 de febrero Lorena Díaz-Pint llamó al doctor para cancelar la cita médica que tendría en Daegu, Corea del Sur, porque en las noticias se informaba que había contagios por coronavirus; dos días después empezó a cumplir el confinamiento en casa. Mariana Martínez tuvo que poner en pausa sus presentaciones en los escenarios y ahora da clases de flamenco vía online desde Barcelona, España, donde cumple la cuarentena. Aníbal Silva se quedó varado en Lima, Perú. Iba a regresar a Venezuela después de dos años y 8 meses lejos de su familia, pero cancelaron su vuelo del 16 de marzo debido a que el gobierno de Nicolás Maduro prohibió el día anterior la llegada de aviones desde Panamá (donde haría escala) y República Dominicana, por la confirmación de casos positivos de Covid-19.
Estos venezolanos en el exterior han visto alteradas sus rutinas y planes debido a la expansión del coronavirus por el mundo y las medidas de aislamiento social que, algunas tempranas y otras tardías, se han implementado en los países donde residen para intentar contener el número de contagios.
Al 29 de marzo de 2020, España era el segundo país de Europa, después de Italia, con más casos de Covid-19. Registraba más de 79.000 personas contagiadas, superaba los 6.000 fallecidos y 12.000 personas curadas. Madrid era la ciudad más afectada con más de 22.600 contagios y 3.000 fallecidos.
“Me siento un poco desesperada porque es una situación que no se le ve pies ni cabeza, los sistemas aquí están colapsados. Mi novio dio positivo, en el sentido de que tiene todos los síntomas. Cuando fue a su centro de salud le revisaron el pecho para saber cómo estaba y le mandaron tratamiento. Le indicaron que no le podían hacer la prueba del coronavirus dado que ya no tienen material suficiente y solo se la aplican al personal sanitario. Es algo preocupante porque en caso de infectarnos no se puede tener la certeza, a pesar de tener todos los síntomas. Eso genera más ansiedad”, comentó Vanessa Miquilena, una venezolana de 29 años que vive desde hace 3 años en Madrid con su madre y su abuela.
Esta joven no ha visto a su novio desde hace 15 días, cuando él empezó a cumplir la cuarentena después de la alarma nacional por coronavirus. A ella, en cambio, le tocó ir la primera semana a su trabajo donde se desempeña como responsable de equipo en el departamento de ventas.
“Yo empecé a trabajar desde casa la segunda semana, por lo que la primera fue muy difícil para mí porque me la pasaba en la calle, en el Metro, más expuesta al virus. Estaba el temor de llegar a mi casa y no saber si había agarrado la infección o no, y yo vivo con personas mayores”, relató.
Esa angustia por la posibilidad de contagio la padece todos los días Geordelys Caballero. Es venezolana, tiene 36 años de edad y desde hace 2 años vive en Milán con su hija de 9 y una amiga. El 8 de marzo comenzó la cuarentena en el norte de Italia y dos días después se extendió la medida al resto del país. Dado el crecimiento vertiginoso del número de infectados, el 29 de marzo de 2020 esa nación ocupó el primer lugar en el mundo con más de 10.000 fallecidos, y el segundo en número de contagios al superar los 97.000 casos.
“Salgo todos los días por fuerza a trabajar en el área de reparto de paquetes. Yo voy de edificio en edificio, pero no tengo contacto directo con las personas. Les dejo el paquete a una distancia. Uso guantes, tapabocas, gel antibacterial, tengo un alcohol en espray así que donde me siento le echo alcohol, donde me paro le echo alcohol, trato de no tocar nada, que nada me toque. Me traslado en tren y hoy en día ya no hay tanta gente porque la mayoría cumple la cuarentena. Nosotros también quisiéramos cumplirla, pero hasta que en el trabajo no nos digan que nos podemos quedar en casa, no podemos hacerlo”, contó Caballero.
Su jornada laboral en Amazon se mantiene de lunes a viernes, de 7:00am a 1:00pm. Al llegar a casa cumple siempre la misma rutina: Se quita los guantes y la mascarilla con cuidado, coloca el abrigo y los zapatos afuera para que lleven sol, la cartera y cualquier otro elemento que traiga de la calle los coloca en un lugar específico para desinfectarlos, se quita la ropa en el baño y lava sus manos y cara con agua y jabón. Solo después de asegurarse que está completamente limpia es que permite que se le acerque su hija de 9 años.
“La cuarentena no ayuda con los nervios. Te hace pensar más de lo que debes. Saber que la pandemia llegó al país donde tienes a tus seres queridos y que Venezuela está en situación crítica. No es fácil estar lejos en este momento. Por lo menos hasta ahora las remesas llegan”, señaló.
En otra parte de Italia se encuentra Margherita Interrante. Tiene 56 años de edad y hace 2 años huyó de la crisis en Venezuela para vivir con sus padres, su hija, una hermana y su perra en Sicilia. Es contadora pública, pero no ha podido ejercer. No tiene trabajo fijo. Le gusta la bisutería y ha participado en ferias para mostrar sus creaciones y ganar dinero. Dice llevar aproximadamente tres semanas en cuarentena, aunque advierte que realmente no lleva la cuenta. Vive en una casa alquilada junto a su familia y por el momento tiene la tranquilidad de que se puede cubrir ese gasto y el pago de los servicios con la pensión de sus padres.
“Estamos viviendo aterrados, vivimos encerrados, aunque aquí en Sicilia no se ha sentido mucho (en comparación con otras zonas de Italia). Se sale a hacer compras esporádicamente, todo lo necesario, se viene a casa y uno se encierra. Así llevamos la cuarentena. Vivimos pegados a las redes porque estamos pendientes de Venezuela, tenemos gente regada en todas partes, tenemos familiares en España, familia en Alemania, gente en Portugal, en Argentina, en Uruguay. De verdad que uno lo pasa muy mal porque ya viene de tanto problema de Venezuela, tanto sufrimiento, y ahora esto”, comentó.
Reinventarse en medio de la incertidumbre
Mariana Martínez tiene 34 años y los últimos 8 ha vivido en España. Es bailaora de flamenco. Actualmente se encuentra en Barcelona con su pareja, latino también, argentino, percusionista. El 21 de marzo cumplieron 8 días en cuarentena. De ella dependen económicamente sus padres, quienes aún viven en Venezuela.
“Somos artistas y dependemos del día a día. Al estar encerrados es obvio que la parte monetaria es súper importante. Me he ingeniado para hacer clases vía online y así resolver un poco el encierro. El arte salva como bien dicen. Siempre me pedían clases en EE.UU., por Latinoamérica y por la diferencia de horario con España era súper difícil coordinar. Ahora en este encierro forzado es una manera de mantenernos activos y tener un dinero extra. Siempre estamos bailando, nos gusta compartir música e hicimos un videíto juntos para inspirar a otros compañeros de la profesión que también están encerrados y en la incertidumbre de lo que va a pasar. Estamos entregados a la música”, manifestó.
A más de 10 mil kilómetros de distancia, en el continente americano, Jessica Hernández tiene tiempo de sobra por la cuarentena, pero no puede invertirlo en su pasión de viajar y compartir historias de sus paseos.
Esta joven de 31 años, que el próximo 4 de abril cumple 4 años en Argentina, prefiere llevar en Instagram la cuenta de los días en cuarentena en la Provincia de Buenos Aires como una forma de documentar lo que hace y demostrarle a quienes la siguen que puede aprovecharse el tiempo en el hogar. Tuvo que cambiar la bicicleta que montaba a diario por una rutina de ejercicios en casa, escribe con más frecuencia en su blog, crea contenido para su canal en YouTube y se ha dedicado más a la cocina.
“Siento que hay muchos que se frustran y yo demuestro que no es así y que al igual que viajas conociendo un pueblo, una ciudad, estar en cuarentena también es un viaje de exploración para nuestro interior y para las personas que nos están acompañando. Viajas con la mente, el cuerpo, incluso en tu propia casa”, afirmó.
Debido a la medida de aislamiento ordenada por el gobierno de Argentina dejó de trabajar en delivery en la capital. Está consciente que cada día en casa es menos dinero para la comida, los servicios y las deudas. “Sé que la cuarentena será pasajera. Me da miedo no saber hasta cuándo, más que todo por el tema económico, pero lo primordial es la vida. Después veremos de dónde se saca la plata”, afirmó.
El 29 de marzo de 2020, la cifra de contagiados por coronavirus en Argentina llegó a 820, y 20 fallecidos. Del total de diagnosticados, 217 eran de la Provincia de Buenos Aires.
Preocuparse por más de una cuarentena
Odell López Escote admite sentirse saturado de información en ocasiones. Es periodista y, aunque vive desde hace dos años y seis meses en EE.UU., uno de sus trabajos y sus afectos no le permiten desconectarse de Venezuela.
“Es complicado porque yo siento que tengo que estar pendiente de dos países; de EE.UU., San Francisco específicamente que es donde vivo, la realidad donde me desenvuelvo y quiero estar informado de todo lo que pasa, y de Venezuela. Primero, porque yo soy periodista para un medio de allá que se llama Servicio de Información Pública, pero además porque tengo a mis familiares y mis amigos. Honestamente a veces me he sentido un poco sobresaturado porque estoy encerrado en la casa, solamente recibiendo información a través de WhatsApp, Twitter, Facebook, la televisión y además no es nada buena”, comenta.
La cuarentena en San Francisco, California, comenzó el 16 de marzo. Desde ese entonces los dos locales de café donde labora el joven de 34 años están cerrados. Comparte casa con dos personas más, pero ellos sí trabajan a distancia. Se propuso cumplir cada día una agenda de actividades para sentirse productivo. Si debe salir de casa a algún lugar cercano, prefiere trasladarse a pie y no en transporte público para asegurar la distancia de dos metros con otras personas y liberar el estrés del encierro mientras camina.
“Sin duda el cierre de mis dos trabajos me afecta muchísimo porque en EE.UU. todo cuesta, todo tienes que pagarlo. Yo tengo ahorros, no muy grandes, pero puedo manejarme algún tiempo con eso. El gobierno local ha dispuesto un programa para ayudar a personas que están como yo varadas por el empleo, conozco gente que ha sido despedida. No he aplicado, pero lo haré para ver cómo funciona. Podría ser una opción porque aquí las facturas no paran. Estoy tratando de acomodarme para que me afecte lo menos posible y no afectar la frecuencia y cantidad de dinero que puedo mandar a Venezuela mientras no estoy produciendo”, comentó.
El 20 de marzo, el gobernador de California, Gavin Newsom, anunció toque de queda para los 40 millones de habitantes del estado para tratar de frenar la propagación del Covid-19. Según proyecciones, en un período de 8 semanas al menos 56% de la población resultará infectada.
Volver a casa cuando todo pase
Solo 24 horas antes de que saliera el vuelo de Aníbal Silva para Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro prohibió la llegada de aviones provenientes de Panamá y República Dominicana. Después de 2 años y 8 meses en Perú decidió regresar a casa y ahora está varado en Lima porque su vuelo con escala se canceló, así que tuvo que quedarse en casa de uno de sus hijos que vive en la capital.
“Quedarme ha representado muchas cosas. Me afecta financieramente. No estoy trabajando, yo renuncié a mi trabajo unos días antes, planificándome para regresar a ver a mi familia. Me estaba afectando emocionalmente estar solo en Máncora. Ahora el poco dinero que tenía para usarlo en Venezuela lo estoy racionando. Compro comida, ayudo a mi hijo con su núcleo familiar porque ellos viven del día a día y no tienen ahorita cómo defenderse porque no se puede salir”, relató.
Este venezolano de 52 años lleva la cuenta de los días en cuarentena, pero no solo en Perú, también en España donde vive su hija mayor y de Venezuela donde quiere volver para reencontrarse con su madre que está por cumplir 80 años y su hija menor que pronto será quinceañera.
Informarse a pesar de la barrera del idioma
En el continente asiático, Lorena Díaz-Pint ya superó el mes en cuarentena. Vive con su esposo y su hija de un año y medio de edad en Waegwan, a unos 40 minutos de Daegu, donde hubo el principal brote de coronavirus en Corea del Sur.
Por precaución canceló una cita médica que tenía el 21 de febrero en Daegu porque temía trasladarse en transporte público mientras se expandía el coronavirus por la ciudad. Su coreano es básico, pero se mantiene informada con algunos medios que escriben en inglés como The Korea Times, The Korea Herald y la agencia de noticias gubernamental coreana Yonhap. Su enlace preferido es https://corona-live.com que ofrece algunos titulares y enlaces en coreano que pueden ser traducidos en Google Translator. Dice que el Gobierno envía mensajes de alerta por celular diariamente con información de los pacientes infectados por día y hora, y una serie de recomendaciones.
Lorena, de 31 años de edad, es fotógrafa freelance, pero dejó de ofrecer sus servicios por la seguridad de su familia. Su esposo trabajó desde casa todo el mes y ahora que la situación parece estar más controlada va a la oficina esporádicamente, en su carro y con un tapabocas y gel antibacterial. En todo este tiempo ha visto con preocupación el crecimiento de la xenofobia en Corea durante la pandemia. En algunos establecimientos prohíben la entrada de extranjeros, sobre todo chinos.
Desde el comienzo de la pandemia y hasta el 29 de marzo de 2020, se registraron en el mundo unos 688.000 diagnosticados con Covid-19 y al menos 32.000 fallecidos. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó que la propagación del coronavirus se está acelerando, así que lejos de ser una medida a corto plazo, la cuarentena en cada uno de los países demandará más tiempo del transcurrido.
@vanessajgarcian