Los seis años que lleva Nicolás Maduro en el poder han estado marcados por una severa recesión económicay altos precios, a lo que se suman idas y venidas en sus políticas, lo que ha echado más gasolina a los problemas de la economía. En línea con esto, 2019 no ha sido más que un globo de ensayo para la sobrevivencia de su gestión a costa de muchos sectores clave y del empobrecimiento de la población.
Maduro se benefició hasta finales de 2014 de un barril de petróleo que se vendía en más de 80 dólares, pero el mantenimiento del modelo de controles, impuesto por Hugo Chávez, terminó de socavar las bases productivas del país, incluso de la misma industria petrolera. La crisis hace que la economía sea hoy 65% más pequeña que en 2013, y todo indica que seguirá el proceso recesivo.
¿Qué elementos marcaron el desempeño de 2019?
Sanciones. En agosto de 2017 fueron aplicadas las primeras sanciones por parte de Estados Unidos, pero en 2019 se recrudecieron. Este año comenzó con una agitación política luego que el jefe de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, asumiera la Presidencia interina argumentando que Maduro en 2018 se reeligió para un segundo mandato en comicios fraudulentos. Guaidó recibió el apoyo de decenas de países, incluido Estados Unidos, país que en enero, abril y agosto incrementó el peso de sus sanciones contra el régimen de Maduro. Esto limitó el comercio de crudo de Venezuela a Estados Unidos, así como el acceso de los entes oficiales al sistema financiero internacional y congelaron los bienes del Gobierno en la nación norteamericana.
El cerco llevó a la administración de Maduro a buscar una vía para mantener el flujo de ingresos, y a lo largo de 2019 se saltó las sanciones vendiendo oro no monetario y monetario, y colocó petróleo en los mercados asiáticos gracias a la petrolera rusa Rosneft. Parte del pago de crudo y oro se ha hecho en cuentas en Rusia y Turquía, que han permitido la importación de bienes de esos países. Otra porción de las operaciones ha sido pagada en euros en efectivo, los cuales han permeado a la economía venezolana a través de la banca local y las cancelaciones de los entes oficiales a los proveedores que les prestan servicios.
La firma Ecoanalítica calculó que al cierre de 2019 los ingresos no petroleros alcanzarán los 6.000 millones de dólares, duplicando los registrados de 2018, cuando llegaron 2.500 millones de dólares. El flujo de aportes petroleros fue proyectado en 24.000 millones de dólares, 22% menos que en el ejercicio anterior. La producción petrolera ya venía en declive, debido a años de desinversión a lo que se sumaron las sanciones, y hoy ronda un millón de barriles diarios.
Flexibilización perversa. En medio del cerco, el régimen venezolano comenzó a realizar una flexibilización tardía de los controles que por 16 años ahorcaron a la industria y el comercio. Si bien el marco legal sigue vigente, las autoridades ofrecen euros en efectivo, que las empresas adquieren para cancelar a proveedores en el país o bonificaciones a sus trabajadores. Y aunque el Banco Central de Venezuela (BCV) mantiene un sistema de divisas, las industrias ya pueden usar sus propios dólares para importar bienes. En paralelo, la fiscalización de precios por parte de las autoridades se relajó.
Receta. A la flexibilización de los controles se sumó la restricción de la liquidez. La colocación de euros en efectivo tenía entre sus fines regular la liquidez y ello se acompañó de otras medidas como el incremento del encaje legal a la banca (la porción de depósitos que los bancos colocan en el BCV), lo que impactó en una merma del crédito y en la regulación del financiamiento monetario, que fue una de las causas he llevó al país a la hiperinflación.
Inflación. A diferencia del 2018, la variación de los precios en 2019 fue menor, pero no ha evitado que el país siga en hiperinflación. Los datos de la Asamblea Nacional muestran que la inflación interanual a noviembre fue 13.475%. Por tanto, el ingreso de los ciudadanos siguió evaporándose, lo que hizo que disminuyera el consumo.
Deterioro de la industria y el comercio. La “flexibilización” en la fijación de precios y en el acceso a las divisas llegó tarde. Las regulaciones, las nacionalizaciones y la inseguridad jurídica, habían hecho que las industrias bajaran la producción y al llegar a 2019 ya operaban a menos de 25% de su capacidad. Aunque algunas empresas lograron usar sus divisas para importar, la baja demanda ha sido un golpe fuerte y la rotación de los artículos en los supermercados ha sido menor. La última encuesta de Conindustria reveló que 82% de las industrias bajaron su producción en el tercer trimestre de 2019. Por la baja demanda, algunas empresas intentaron sobrevivir exportando parte de su inventario, pero ello no fue suficiente. Ecoanalítica calcula que la caída de la economía en 2019 será cercana a 35%.
Lo que viene. La antesala al 2020 está marcada por la exoneración de impuestos aduanales y de importación a los alimentos y los artículos de higiene, lo que ha generado el auge de los denominados “bodegones”, que venden en divisas, mientras crecen las transacciones en dólares en todo el país. Esta “burbuja”, como muchos la llaman, no parece estar resolviendo los problemas de fondo de la economía. Sin embargo, bien sea por esto o por las gestiones que viene adelantando el régimen para seguir evadiendo las sanciones internacionales, todo indica que en 2020 la contracción económica será menor que en 2019. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta una caída de 10% del PIB, mientras que firmas como Ecoanalítica la calculan en 10,8%.