Para el venezolano el Caribe no es extraño y no solamente en cuanto a condiciones geográficas y la calidez del clima, sino culturalmente los caribeños tenemos desde tiempos inmemoriales estilos musicales, gustos gastronómicos y hasta contenido televisivo que compartimos.
República Dominicana ha sido especialmente receptiva con los venezolanos que hemos venido a hacer vida en la isla. Dicen los dominicanos que es retribución a las muchas décadas en las que Venezuela fue refugio para quienes huían de salvajes dictaduras, o simplemente migraban en búsqueda de un mejor estilo de vida; otros, como quien escribe, piensan que se debe a su actitud alegre frente a la vida y a su humildad.
Sin embargo, hay algunas peculiaridades en el sistema de extranjería dominicano que, pese a no ser de nuestro interés arrojar juicios de valor, si es importante destacar algunos aspectos quizás desconocidos por muchos de nuestros connacionales en la Isla.
Estas particularidades tienen origen en el hecho de que República Dominicana comparte isla con la República de Haití, donde hay niveles de pobrezaestructural, que obligan a estos últimos a cruzar constantemente la frontera en búsqueda de condiciones de vida quizás más dignas, lo que no es un tema sencillo de tratar ni en lo político ni en lo logístico, es entonces cuando se aplica el legislador.
Los extranjeros no pueden participar en actividades políticas en el territorio nacional salvo los sufragios de su país de origen, esta prohibición tiene rango constitucional. En base a los comentarios de constitucionalistas destacados de la nación y leyendo los debates de la Asamblea Revisora de 2015, claramente se deduce que se trata de la participación de extranjeros en la política dominicana, lamentablemente una redacción poco clara por parte del constituyente, que da paso a que no permitan actividades de venezolanos en contra del régimen de Nicolás Maduro o que se otorguen permisos para expresiones políticas muy tímidas en calles con poco acceso.
Por lo anterior, pese a ser una comunidad de más de 30 mil venezolanos, son pocas las actividades que se pueden resaltar contra el régimen de Maduro que separó forzosamente a la mayoría de nosotros de su país natal.
Otra singularidad es el hecho que, a los nacidos en la República Dominicana de padres extranjeros en situación irregular o de paso temporal por el país no obtienen la nacionalidad. Aunque pueda resultarnos odioso también tiene su origen en la inmigración haitiana, cuya tasa de natalidad es altísima y en muchos casos vienen al lado oriental de la Isla sólo a dar a luz debido a las precarias condiciones del sistema de salud haitiano.
La posición oficial de la República Dominicana ha ido cambiando en los últimos dos años a raíz del fracasado diálogo en Santo Domingo, cuando se pusieron a disposición para buscar una salida a la crisis. Fueron testigos del cinismo y la poca seriedad del régimen de Maduro, este cambio es evidente en las votaciones de la República Dominicana en los organismos internacionales en los que se lleva a debate el tema venezolano.
Pero puertas adentro hay mucho que avanzar, aún la delegación del régimen tiene credenciales diplomáticas y detentan la sede de la Embajada, y el embajador designado por el presidente encargado Juan Guaidó, se hace espacio en una situación política compleja a lo interno, donde la izquierda tiene aún una influencia considerable y por qué no, intereses económicos obstaculizan un repudio más enérgico al régimen de Nicolás Maduro.
Entre todo lo anterior se mueven miles de nuestros connacionales, con las dificultades propias de países que se encuentran en vías de desarrollo, y sorteando los impedimentos migratorios que nada tienen que ver con la cálida acogida que presta el dominicano; anhelando hacer ese viaje de mil kilómetros hacia el sur, para reencontrarse con la Venezuela que perdimos pero que reconstruiremos.
*Abogado.