“Venezuela en el mundo no puede abrir o cerrar cuentas bancarias, no puede pagar ningún tipo de productos”, dijo Nicolás Maduro en septiembre, frase que ha repetido en numerosas ocasiones para mostrar el impacto de las sanciones impuestas por Estados Unidos que, sin bien han limitado el acceso al sistema financiero internacional, no le han impedido maniobrar.
Las más recientes cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) reflejan que al menos al inicio de este año el régimen sorteó el cerco. Las importaciones públicas no petroleras repuntaron 16,5%, y pasaron de 854 millones de dólares en los primeros tres meses de 2018 a 955 millones de dólares en igual lapso de 2019.
Gran parte de esas compras de los entes oficiales suelen ser alimentos, además de empaques y otros rubros.
Registros portuarios de la primera mitad del ejercicio muestran que la Corporación Única de Servicios Productivos y Alimentarios (Cuspal), uno de los principales entes importadores, adquirió el grueso de los insumos como trigo, pasta, cereales, leche, granos, harina e incluso frutas de Turquía, China y México, en una menor proporción fueron comprados artículos en Brasil, Colombia y Argentina.
Turquía y China son dos de los países aliados de Maduro, cuyo segundo mandato es considerado ilegítimo por decenas de países que respaldan al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien invocó la Constitución para ser presidente interino.
Cómo pudo haber ocurrido el salto
Maduro, en la medida en que enfrentaba una merma de los ingresos petroleros por la caída en la producción de crudo, decía que había que buscar vías para tener más divisas y el oro de las minas así como los lingotes de las bóvedas del BCV se convirtieron en una de las fuentes.
A mediados del pasado año, las autoridades anunciaron que toneladas de oro no monetario fueron enviadas a Turquía para su refinación, pero el metal en verdad le fue vendido y el dinero se utilizó para la adquisición de alimentos en esa nación con el fin de orientarlos al programa que ejecutan los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), cajas que también tienen artículos de México, Brasil y Colombia.
Pero el oro de las minas resultó insuficiente, y el régimen -a finales de 2018 y en parte de 2019- decidió utilizar las barras de oro que forman parte de las reservas internacionales.
Unas 26 toneladas de oro, equivalentes a 1 millardo de dólares, dejaron de formar parte de los activos del BCV en junio de este año, lo que coincidió con las denuncias de parlamentarios de la Asamblea Nacional (AN) de que el instituto emisor estaba enviando los lingotes a Turquía y Emiratos Árabes para obtener fondos, en su mayoría euros en efectivo.
Las cifras del BCV muestran además que las exportaciones no petroleras del sector público también subieron este año. Pasaron de 900 millones de dólares en el primer trimestre de 2018 a 2,3 millardos de dólares en el mismo lapso de 2019. Esas ventas externas solían ser hierro, acero y otros metales, pero las industrias básicas están operando a muy baja capacidad.